Las entidades reguladoras y las empresas dedicadas a la fabricación y a la producción de alimentos a nivel global tienen hojas de rutas coincidentes. La tendencia de estos actores en la cadena de la alimentación humana para los próximos años está clara: introducir nuevas regulaciones y actualizar prácticas antiguas para garantizar la inocuidad y la seguridad en el consumo de alimentos.
Los escándalos de la carne en China o recientemente el de Brasil han dejado claro a las autoridades nacionales europeas que el reto, dentro de un comercio irreversiblemente globalizado, está en implementar nuevas regulaciones específicas, actualizar prácticas de control antiguas, ser más precisos con ellas, mejorar la comunicación interagencias y con el consumidor, dotar de mejores medios a los laboratorios de pruebas y ser más efectivos en las inspecciones.
La tendencia del trabajo en los laboratorios de control alimentario sigue la línea de dotarse de mejores tecnologías de análisis y de softwares que permitan dar cobertura a las nuevas exigencias de las regulaciones. Prepararse para las futuras pruebas de alimentos que están al llegar es otro de los desafíos de las agencias y estados europeos.
Pruebas
En lo práctico, de lo que se trata es de adoptar técnicas de espectometría de masas de alta resolución para analizar alimentos, de realizar pruebas ambientales in situ para inspección y vigilancia, de saber gestionar las crisis alimentarias cuando se produzcan y de ir más allá del análisis selectivo en los laboratorios.
Pruebas que permitan analizar el impacto de los plaguicidas y de los medicamentos veterinarios, al tiempo que se hace un esfuerzo también global para reducir el uso de antibióticos en el tratamiento de los animales de producción cárnica.
Pruebas basadas en genética que en un futuro inmediato se convertirán en estándares, pruebas como las de cromatografía de gases o líquida de espetrometría de masas. Con un extraordinario potencial de demanda en el mundo musulmán para verificar, en otro nivel, la certificación Halal de los alimentos procedentes de sacrificios animales.
Pruebas de inocuidad de los alimentos, test para conocer la idoneidad de las producciones adscritas a consejos reguladores y de marcas, para la detección de micotoxinas y otros contaminantes.
Pruebas con las que aportar seguridad y salud a los consumidores en un mundo de consumo vertiginoso a una escala sin precedentes. Ése es el reto, ésos son los desafíos.