El bienestar animal es una condición irrenunciable en el espacio de la Unión Europea, en el ámbito de las explotaciones ganaderas y en el de centros como Mataderos Insulares de Gran Canaria. Y lo es por una cuestión ética, los animales de producción merecen el mejor trato posible. Pero también es una condición irrenunciable porque hay que cumplir con las normas que se ha dado la Unión Europea, para lograr un sector pecuario más eficiente y para reducir al máximo las emisiones de carbono. Una nueva herramienta de monitorización, la PLF, propone conocer en tiempo real cual es el nivel de bienestar animal en una explotación ganadera. Ése es el futuro inmediato.
Durante los últimos cuarenta años, la Unión Europa no ha dejado de promover el bienestar animal en las explotaciones ganaderas. En un difícil equilibrio entre las limitaciones prácticas y la introducción de procesos de control que tienen validez científica y que se pueden monitorizar.
Los primeros enfoques para el control del bienestar animal en la Unión Europea siguieron la senda de los llamados indicadores iceberg. Los indicadores iceberg son una serie de condiciones de los animales que pueden revelar que un animal estabulado no ha recibido un trato adecuado. Ésto es, por ejemplo, lesiones corporales.
Tras las escalas de los indicadores iceberg, el siguiente paso de la Unión Europea fue desarrollar entre 2008 y 2011 el proyecto EU Welfare Quality (Calidad del Bienestar de la Unión Europea). El EU Walfare Quality puso en marcha un método de evaluación de la calidad del bienestar animal basado en el comportamiento de los animales en las explotaciones ganaderas y que podían ser constatados por los inspectores.
En un nuevo paso adelante, en 2018, estamos a las puertas de que la Unión Europea ponga el marcha el programa Precision Livestock Farming (PLF). Una herramienta que permite controlar de manera continuada, las 24 horas del día, y en tiempo real, la producción, la reproducción, la salud, el bienestar del ganado y el impacto ambiental de la actividad ganadera.
Se trata de un sistema que aprovecha tecnologías y medios técnicos que hace tiempo que están disponibles, como cámaras de vídeo, micrófonos y diferentes tipos de sensores que son capaces de recoger información relevante para que unos algoritmos inteligentes puedan analizar el comportamiento animal.
El Precision Livestock Farming (PLF) registra datos cuantitativos objetivos y no procesa, como hasta ahora, informaciones cualitativas suceptibles de la interpretación humana. Además, es un método que consume menos recursos, que no contamina y cuyo flujo de datos siempre está disponible para que las administraciones públicas puedan conocer en todo momento la situación de las explotaciones y la calidad del bienestar animal en cada una de ellas. Y, mejor, estar en condiciones de adelantarse a los problemas.
Un ejemplo de la aplicación de esta tecnología. Conocer las condiciones de iluminación en cada zona de una granja de aves o de una de producción de leche, permitiría controlar y devolver a la normalidad alteraciones inadvertidas en los ciclos circadianos y en los estados de vigilia de los animales que pueden repercutir en su salud.
El Precision Livestock Farming no sólo supone un ejercicio de transparencia, sino que también introduce medios para hacer más fácil y eficiente el trabajo en las explotaciones ganaderas.
Los primeros controles a distancia de los animales mediante sensores comenzaron a desarrollarse en condiciones experimentales en 2003. En la actualidad, esta tecnología se considera suficientemente madura como para dar el salto para el control real de la calidad de la vida de los animales.
Bienestar animal 2.0.